Desde que puedo recordar, siempre demostré una pasión y una habilidad innata por el deporte. Siempre estaba involucrada en diversas actividades deportivas tanto individuales como en equipo como la gimnasia, el atletismo, padel, equitación, baloncesto, tenis…. Y cualquier deporte que hiciera, se me daba muy bien. Sin embargo, mi espíritu competitivo y mi amor por el trabajo en equipo a impulsar a otros a ser uno y trabajar unidos como uno me llevaron a explorar otros deportes de los cuales me enamoré desde muy temprana edad como el fútbol y el voleibol. Tuve el privilegio de viajar por varios países de Europa durante años con mis dos equipos a muchos torneos que por muchos años consecutivos ganamos en ambos deportes, éramos invictas. Y el único deporte que todavía hoy en día practico que he jugado toda la vida que me apasiona porque me parece un deporte de autosuperación tanto física como mental inmensurable es el tenis.

Gracias a mis padres principalmente porque por ellos soy quien soy, pero gracias a todos esos años vividos de experiencias deportivas, competencias deportivas, viajes en equipo y toda la dedicación y amor que puse por el deporte aprendí sobre el cuerpo humano, los movimientos, las posturas y sus funciones. Sin embargo, nada sería de mí sin los numerosos entrenadores que tuve a lo largo de mi vida que tuvieron un impacto significativo para mí y a los que estimo y recuerdo con mucho cariño. Cada uno me enseño y me guio de diferente manera aportando todo tipo de conocimientos y de valores increíbles que también me han permitido emprender este proyecto. Mi vida hasta el día de hoy ha sido mi mayor escuela, y gracias a ella he podido desarrollar un método propio del cual soy la principal referencia.

Me considero una persona con una mentalidad muy fuerte. Soy de esas que cuanto mayor el reto, más me gusta. No me gusta pensar que no haya nada que no seamos capaces de hacer o de lograr. Vivo en búsqueda de la autosuperación y nunca me rindo, de ahí el apodo cariñoso "tronca" que viene del tronco del árbol que representa fortaleza. En poco tiempo se convirtió en mi nuevo apodo con el que me bautizaron los dominicanos en su hermoso país donde actualmente resido, que es República Dominicana. En España es una jerga que utilizamos para referirnos a nuestros amigos, les gusto tanto que todos empezaron a llamarme así y así nació La Tronca.

El COVID creó a la tronca, y en consecuencia surgió y nació el método. Cuando nos encerraron en la pandemia yo empecé a hacer ejercicio en mi casa desde el primer día. Hacía ejercicio una media de 5-6 días a la semana. Para mí era mi momento de estar conmigo fuera de casa, de mis hijos y las tareas de casa para desconectar. Empecé a entrenar en el balcón de mi casa donde sigo entrenando todos los días, y cuando empecé solamente tenía una esterilla y una mancuerna negra de 8kg que era de mi marido. Durante meses entrené solamente con esa pesa y con otras de cemento que había cogido de una obra al lado de casa. En menos de un mes desde que empecé a entrenar y a crear todos los días mis rutinas de ejercicios, ya había creado una base y una estructura de ejercicios que todavía hoy 3 años y medio después sigo utilizando y trabajado con todas mis troncas al cual cariñosamente llamo El Método de la Tronca.

Durante los últimos tres años he estado trabajando con muchas personas utilizando mi método y los resultados han sido muy satisfactorios. Me enorgullece decir que he logrado crear un enfoque único y efectivo.

Estoy emocionada por seguir compartiendo y trabajando con otras personas, ayudándoles a alcanzar sus metas de bienestar físico y mental.